Vivimos en un mundo dominado por las prisas, en una sociedad de agitación, de estrés y la velocidad es una expresión de nuestra forma de vivir. La lentitud se asocia con ineficacia y la rapidez es un valor.
Pero algunos siguen confundiendo "velocidades" sin riesgo, como el conducir en un circuito de velocidad o realizar descargas rápidas en Internet, con ponerse al volante a toda velocidad y/ó no respetar los límites.
A pesar de los avances en los últimos años, conviene no olvidar que el alcohol y la velocidad siguen siendo el principal problema que está detrás de los accidentes de tráfico.
"Los jóvenes (y no tan jóvenes) salen, beben y cogen el coche. Lo que hay que intentar es que salgan y beban, pero que el coche se quede en casa. La idea no es que digan "no puedo conducir", sino que no quieran hacerlo", afirma Julio Magadán, presidente de la Federación de Técnicos de Educación Vial.
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